El martes 24 de septiembre un dócil Pedro Sánchez mostraba su cara más “business us usual” a capos de Wall Street entre ellos Kenneth Caplan, el jefe inmobiliario mundial del fondo Blackstone. Otro periodista latinoamericano con otra frase, tosca pero expresiva, explicaba la actitud mantenida por el jefe del Gobierno español en la reunión celebrada en Nueva York, con 20 altos ejecutivos de otras tantas empresas de Wall Street: “¡Sánchez se abrió de patas!”- expresó gráficamente- en una crónica enviada desde esa ciudad estadounidense a su periódico.
Sánchez llegó con los deberes hechos. El PSOE con el apoyo del PP, CiU y PNV son artífices destacados de las leyes que brindan al capital inversor extranjero hacer grandes negocios inmobiliarios a costa de los ciudadanos de a pie. La reiteradas reformas de la LAU a favor de la propiedad, las descaradas ventajas fiscales de las SOCIMI, etc son de agradecer por esa gente ávida de dinero.
El rotativo “El Mundo” tampoco perdió ripio en este asunto en un artículo que reproducimos a continuación que dibuja muy bien la reunión(*1).
Sánchez se transforma en candidato ‘pro-business’ a puerta cerrada con dirigentes de Wall Street
Si Irene Montero o Iñigo Errejón fueran ministros no habrían soportado -en teoría- acompañar a Pedro Sánchez a su reunión del martes a puerta cerrada con una veintena de dirigentes de Wall Street. Son inversores capaces de hundir a España en los mercados con un chasquido y el líder socialista se puso un guante de seda. Reivindicó que no había cedido ministerios con poder económico a Podemos, limitó cualquier eventual reforma laboral a lo que pacten los agentes sociales -incluida CEOE- y aseguró que su política de impuestos no llegará a niveles que perjudiquen el desarrollo empresarial.
Sánchez mostró en el encuentro, según asistentes consultados, un perfil de socialdemócrata moderado y pro-business. No es la primera vez que lo hace y acierta en afrontar así – y en inglés- reuniones con tantos miles de millones de dólares en juego. El problema para la propia credibilidad de Sánchez y del país es su tendencia a decir en los mítines y aplicar en el BOE lo contrario.
En Nueva York tomó una dirección muy diferente a los 370 puntos ofrecidos a Podemos y se esforzó en la sala a dejar claro que, si logra gobernar tras las nuevas elecciones, no hará nada que pueda ahuyentar inversores, según asistentes consultados. Entre ellos se encotraba nada menos que Kenneth Caplan, el jefe inmobiliario mundial del fondo Blackstone al que Pablo Iglesias y Errejón consideran «el peor fondo buitre» de España.
Su exposición supera los 20.000 millones y Caplan preguntó a Sánchez si, al menos en su sector, tenía intención, de preservar la seguridad jurídica. Su senior advisor en España, Claudio Boada, se ha quejado de ya de «sobrerregulación discriminatoria» y puede empeorar para sus intereses según sea la orientación del nuevo Gobierno al que Podemos va a presionar para endurecer el control de los alquileres.
Fuentes gubernamentales confirman que Sánchez garantizó «seguridad jurídica» como base su política económica. Es más, se desmarcó de las medidas del Gobierno del PP con las empresas de energías renovables que habían denunciado a España a la corte de arbitraje internacional y aseguró que él no actuará con retroactividad e intentará llegar a acuerdos. Le escuchaban atentos, entre otros, Mathew Kabaker y Alberto Sánchez del poderoso fondo Centerbridge con fuertes intereses en el sector energético español. Las citadas fuentes gubernamentales aseguran que Sánchez remarcó en la reunión la oportunidad que ofrece el 10-N para «la estabilidad» y que en su política económica las reformas serán «fruto del diálogo social» y de lucha contra el déficit compatibles con combatir la desigualdad. Sobre los impuestos, Sánchez subrayó que el Estado debe mejorar sus ingresos para una política social más inclusiva, pero afirmó que su política fiscal será «business-friendly» cuidando de no espantar la inversión. «El ambiente fue tranquilo, porque no se han materializado los riesgos que parecía haber cuando asumió la presidencia. Ha estado muy moderado», resume un asistente. «Ha sido una reunión con un presidente al uso», dice otro.
El propio Sánchez apostó que no habrá quintas elecciones -menos mal- y señaló lo inaceptable que era ceder a Podemos ministerios como el de Hacienda y Trabajo. Sobre la derogación de la reforma laboral, Sánchez se limitó a decir en la reunión que no pretendía quitar flexibilidad, sino promover un nuevo y moderno estatuto de los trabajadores que pacten tanto patronal como sindicatos a los que ve disposición.
Ante asistentes como Raymond J. McGuire jefe de banca de inversión de Citi o Joshua Empson del fondo Providence, dijo que el sector financiero español ha mejorado su eficiencia y capitalización, pero que habría fusiones y que llevará tiempo privatizar Bankia. No mostró prisa.
Asitieron también Miguel Echenique, de Altamar, y el presidente de la Cámara de Comercio Americana en España, Jaime Malet. «Es importante que el presidente del Gobierno español, sea del signo que sea, se reúna a puerta cerrada con inversores en Nueva York.
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