En este vídeo podéis escuchar la historia de dos ratones con dos finales contrapuestos para cada uno de ellos, uno feliz y el otro trágico.
En este otro enlace podéis leer la historia de dos hombres con dos finales contrapuestos para cada uno de ellos, uno feliz y el otro trágico.
En el tema de la vivienda y más concretamente en el de la hipoteca también se dan estos dos finales, el feliz y el trágico. Y por la misma razón. El trágico es el final de los que se sienten perdidos y se rinden y el feliz el de los que no se rinden y luchan porque a toda costa quieren ganar.
A todos los que como abogado me consultan sobre su problema hipotecario les digo lo mismo: Lo peor que les puede pasar es que de aquí varios años pierdan su casa, pero o no les quedará deuda o no la tendrán que pagar, ya que la deuda remanente es su gran temor. Con lo que habrán ganado esos años en que hayan mantenido la posesión de la vivienda. Por esto, lo peor que les puede pasar si se enfrentan al banco ya es mejor que aceptar un acuerdo de dación en pago. Por contra les digo que lo mejor que pueden conseguir es conservar la vivienda y librarse de la deuda. Y solo por eso vale la pena luchar.
La gran mayoría de los que me consultan lo entienden, se animan y se deciden a luchar. El problema es que representan un número ridículo en comparación con el resto de deudores hipotecarios. Estos no reciben mensajes realistas ni alentadores sino todo lo contrario, se les desanima para que se sientan derrotados de antemano y entreguen sus casas sin la más mínima lucha. Incluso se llega al tremendo cinismo de disfrazar de triunfo, la vergonzosa y humillante derrota que es la dación en pago.
La PAH, adalid de este derrotismo, suele acusarnos a los que animamos a la lucha de propagar falsas esperanzas. Como además solemos ser abogados, aprovecha el merecido desprestigio de esta profesión tan corrupta, para atribuirnos únicamente un interés económico en ello.
He de reconocer que son muy hábiles en el aspecto comunicativo, y saben aprovechar muy bien las debilidades de quienes se les enfrentan. Pero parece que olvidan aquello de, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. El gremio de la PAH, el de las ONGs y similares, no es que esté precisamente libre de sospecha, porque ¿de cuántas ONGs y similares se ha descubierto que eran corruptas y que bajo la apariencia de una actividad bien intencionada se escondía una organización dedica a la estafa?
Siendo así, ¿por qué no podríamos desconfiar igualmente del mensaje derrotista de la PAH y acusarla de propagar falsas desesperanzas por puro interés propio?