A proposito de nuestro artículo publicado en Prouespeculacio sobre la “huelga de alquileres” de Sevilla en un bloque de pisos del Ayuntamiento queremos analizar la herramienta de la huelga de alquileres y sus posibilidades en la situación actual y una retrospectiva en la Barcelona del siglo pasado.
1931: escasez y carestía de la vivienda. 90% de la población vive en alquiler o en barracas en las ciudades.
El crack de 1929 en Wall Street llegó al estado español en una situación de fuerte paro, inflación y devaluación de la moneda. Desde la primera guerra mundial las más importantes ciudades del país habían recibido miles de emigrantes del campo atraidos por el trabajo en la industria.
Barcelona dobla en 20 años el número de habitantes hasta el millón. La gran obra propagandística de la “Exposición Universal del 29” atrae mano de obra de todo el país, especialmente del Levante español. La llegada de tanta gente presiona a la baja los salarios y al alza la vivienda que es un bien que escasea por la ausencia endémica de capitales y inversión inmobiliaria ( esta escasez de hecho se arrastra hasta el desarrollismo franquista que da un empuje definitivo al sector de la construcción).
En esos años impera la ley salvaje del mercado que provoca una alza generalizada de los alquileres y del barraquismo por la masificación. Los propietarios hacinan a la gente en pisos que los cuartean para alojar a más familias que viven en habitaciones y los servicios son comunitarios (les suena algo!!). Los precios de los alquileres se encaraman hasta significar + del 30% de los sueldos de la época. La dictadura de Primo de Rivera responde a las crecientes demandas con la construcción de barrios de casas baratas. En Barcelona se construyen 2229 viviendas por el Patronato Municipal en diferentes polígonos como Can Tunis, Can Peguera, etc. (Ojo! casi 100 años más tarde el actual PMHB sólo gestiona tiene 6147 viviendas de alquiler público, después de 35 años de gobiernos de izquierda)
En 1931 los sueldos diarios oscilaban entre las 2 a 10 pesetas según la profesión y la fortaleza sindical. Mientras los alquileres llegaban hasta las 70 pesetas mensuales. Esto para una familia podía representar hasta más del 30%. En una década los alquileres subieron desde poco más de 20 a 70 ptas (entre el 50 a 150%).
La convulsa situación permitió una desobediencia civil que evitaba los desahucios, ocupaba viviendas vacías, se hacía requisa de alimentos y impago de la luz y el agua de quién tenía esos servicios o se pinchaban. Los obreros de las compañias ayudaban a sus vecinos a pichar los servicios. Estas herramientas se generalizaron hasta llegar la huelga de alquileres, que además no comportaba las privaciones de una huelga laboral. Al no pagar el alquiler muchas familias liberaban una parte del salario para sostener las condiciones mínimas de subsistencia.
El hacinamiento de esa época tuvo su lado positivo pues la solidaridad, el apoyo y la autoorganización vecinal permitió enfrentar la represión de las clases poseedoras y los propietarios. Las primeras asociaciones de vecinos se crean entorno a la defensa de la vivienda y a la reivindicación generalizada de una rebaja de alquileres del 40%. La FAI y la CNT llevaran el peso de esta lucha.
El 1º de mayo de 1931, la CNT convoca la movilización bajo el lema “Un primero de Mayo contra el paro, la carestía y la rebaja de alquileres”. Junto a la lucha sindical se desarrollaron las Comisiones de Defensa Económica (CDE). En un comunicado conjunto pedían la rebaja de un 40% de los alquileres y lanzan a sus activistas a una huelga de alquileres que se extienden por todos los barrios populares casi hasta el final de la guerra civil. El punto más álgido llegó en el verano de 1931. La CDE llegó a calcular hasta 100.000 huelguistas en una población con un millón de habitantes, lo que significa que como mínimo 1/3 de los hogares no pagaban alquiler y seguramente tampoco el agua o la luz.
Del lado gubernamental hubieron intentos de suavizar la problemática de la vivienda y frenar los abusos de los propietarios. Precisamente fue en 1920 cuando el Conde de Bugallal legisla la “Ley de congelación y prorroga forzosa de arrendamientos” que configuró un arreglo institucional con los propietarios que acabó alargándose durante todo el siglo XX. La política de alquileres regulados retroalimentó el conflicto latente entre propietarios e inquilinos que fue haciéndose progresivamente más difícil de arreglar. De hecho ni el bando republicano ni el franquista modificaron casi nada y explica que regímenes de muy distinto signo político prorrogaran la legislación regulada del inquilinato.
Las consecuencias que tuvo aquella legislación de arrendamientos urbanos a nivel económico y social propició el fin del rentismo urbano regulado. Pero también la generalización de la propiedad urbana entre las familias como una forma moderna de dominación y sometimiento social a la deudocracia. Y con ella llegó la actual crisis histórica que vive el Estado español. Hoy día en toda España hay sólo unos 2’5 millones de hogares en alquiler, sometidos a leyes salvajes que de facto impiden que el alquiler sea. La España de los banqueros, de los rentistas, de los Boyer y las Preysler ganaron como en el siglo XIX. (ver el derribo neoliberal de las políticas de alquiler social de “renta antigua” franquista)
En los años 70 también hubieron huelgas de alquileres en barrios considerados de barraquismo vertical como Verdum y Trinitat Nova, La ausencia de servicios, la mala calidad de la edificación y los alquileres caros propiciaron huelgas de alquileres que nacieron con el incipiente movimiento vecinal del final del franquismo aunque no tuvieron la repercusión de las de inicios de siglo.
2013: 1 de cada 3 hogares no pueden pagar la vivienda a pesar de la sobreoferta inmobiliaria.
87% de la población es jurídicamente propietaria de su vivienda.
No hace falta que expliquemos en estas líneas la crisis inmobiliaria y social que vive nuestro país. Hay muchos entradas de la web de prouespeculació desde el 2006 que lo explican. Queremos centrarnos en las posibilidades de una huelga de alquileres en las grandes ciudades como la que hubo en los años 20.
¿Tendría mucho sentido en un país donde el 87% de la población vive en propiedad?
Después de 100 años lo que podemos afirmar es que el capitalismo nunca asegura el derecho a la vivienda de los desposeídos precisamente porque no pueden pagar. Y hoy es muy difícil acceder a una vivienda no por su escasez (8 millones de 2ª residencias y pisos vacíos) sino por su carestía y la insolvencia de la mayoría de hogares. Y precisamente se demuestra porqué en 2012 uno de cada 3 hogares no puede hacer frente a los gastos de vivienda. Pero los datos de morosidad y desahucios indican que los inquilinos se están llevando la peor parte de la crisis.
La morosidad hipotecaria ronda el 4% según los datos estadísticos del Banco de España y del Colegio del Registradores. A pesar de la lucha ejemplar de las Plataformas de Afectados por la Hipoteca las cifras indican que la mayoría de desahucios se están realizando entre los inquilinos. Lo hemos denunciado en este blog: 2,5 millones de hogares en alquiler sufren el grueso de los desahucios.
Recientemente el Informe sobre Vulnerabilidad de la Cruz Roja informaba que de todas las familias que atienden el 80% no pueden hacer frente a los gastos derivados de la vivienda y además comer. Por lo tanto, las problemáticas de vivienda están asociadas al precariado generalizado que se ha instalado en las clases populares. Hay ya una huelga de alquileres de facto porque no se pueden pagar pero no es desobediencia civil y comporta el desahucio.En Barcelona, según el Decanato del Colegio de Abogados, 7 de cada 8 desahucios son de alquiler. Y todo el mundo sabe que irá a más. De hecho los alquileres “baratos” sociales que hace la Banca a sus ex-hipotecados ejecutados ya empiezan a llegar por impagos a los puntos de información que tiene la Asociación 500×20 en Barcelona. Con miles de onerosos pisos vacíos los propietarios buscan desesperados a familias solventes que no las hay.
Con los derechos triturados, por diferentes reformas legislativas, los inquilinos tienen pocas maneras de defenderse cuando la crisis asoma a sus hogares. Parar un desahucio sólo pospone el problema del derecho a la vivienda digna. Por eso han proliferado a miles las soluciones “silenciosas” como las ocupaciones de viviendas. Son fruto de la desesperación pero se diferencían con respecto a ocupaciones de desobediencia civil como han hecho diferentes organizaciones como la PAH y 500×20 cuando de ocupan edificios enteros.
Lo lógico sería volver a una regulación como ocurre en países europeos dónde los arrendamientos están asociados a la capacidad adquisitiva (el 20% del salario como pide la Asociación 500×20). Eso es precisamente lo que hace esa huelga encubierta de la que dimos cuenta en Sevilla. pero hoy con las leyes del mercado mandando es sólo posible en vivienda pública o en los pisos precisamente embargados por la Banca.
La otra sería una huelga de alquileres, como las de principios del siglo pasado, pero choca con la dispersión de los inquilinos y la variedad de propietarios. No es lo mismo un mini-propietario que seguramente es un trabajador que una inmobiliaria mediana o grande, o un fondo inmobiliario o un Banco. Esas son hoy las posibilidades reales.
En Barcelona los pisos públicos gestionados por el Patronato de la Vivienda tiene impagos, tiene desahucios y tiene alquileres desorbitados propios de burbujas. Los pisos para jóvenes también tienen precios desorbitados. Esas serían los primeros lugares donde se podrían plantear una huelga de alquileres para presionar a que los alquileres deben estar regulados en razón de las posibilidades económicas del hogar.
Ahí queda el envite. Prouespeculació y la Asociación hermana 500×20 toman el toro por los cuernos. Y tú???…
1 comentario en «huelga de alquileres: ayer y hoy en España»