La opinión pública delante de la catástrofe climática y la violencia inmobiliaria.

El pasado sábado día 22 nos reunimos unas decenas de activistas representando a unas cuantas organizaciones defensoras del derecho a la vivienda para preparar un Congreso sobre Vivienda, vamos, el primer congreso sobre Vivienda de Catalunya organizado por las entidades. Un tema recurrente es como el mensaje político y del activismo llega a todos los hogares que pasan por las respectivas asambleas de barrio por qué la sensación es que después de arreglado el problema del desahucio, si se ha podido, los componentes del hogar desaparecen y la asamblea queda con los de siempre. Cada x tiempo una foto nueva de la asamblea revela que la mayoría son caras nuevas excepto los de siempre.

Con la catástrofe climática que vivimos la sensación es parecida. Según dicen sus activistas que reclaman soluciones urgentes al calentamiento global del planeta y la destrucción masiva de la vida. La gente cree que todo seguirá igual cambiando cuatro cosas como el coche eléctrico, etc y huye de los discursos catastrofistas. Sólo quiere escuchar cosas agradables aunque el mundo se esté hundiendo bajo sus pies. Ya sólo el nombre de “cambio climático” no sugiere algo perturbador cuando deberíamos sustituirlo seguramente por “hecatombe climática” o “extinción climática”.

Sin planeta habitable no habrá derecho a la vivienda. Con este artículo abrimos ese debate. El debate de la dificultad o complejidad de explicar que el cambio climático o el problema de los desahucios no se soluciona con medidas que caben en los 280 caracteres de un tuit. Lo que viene a continuación sobre la complejidad de como explicar la catástrofe climática no sería muy distinta a explicar soluciones razonables a los desahucios y al derecho a la vivienda.

Desde hace tiempo seguimos el blog “The Oil Crash” (*1) sobre el pico de petróleo y el peligro que supone para la civilización humana no sólo el acceso sencillo a una fuente de energía sino el peligro que esa energía básica de nuestra civilización está destruyendo esta civilización. ¿Cómo explicarlo a una población incrédula?

Aquí va un artículo publicado en ese blog ese que nos ha parecido interesante compartir con nuestros lectores de un colaborador – Javier Pérez- del blog de Oil Crash de Antonio Turiel, experto internacional español en los temas del declive de la producción de energías fósiles y desastre climático.

salva torres


La democracia y la gente informada

Como no dejamos de preguntarnos cómo hacer para que nuestro mensaje llegue al público, y el modo en que sería necesario explicarlo para que dejara de ser marginal, me ha parecido oportuno, con el permiso de Antonio, realizar una pequeña incursión en el tema del márketing, y más concretamente en el márketing de las ideas.

Saber estas cosas no mejora el cinismo, pero ayuda a no preguntarse tan a menudo por qué las cosas parecen estropearse a toda velocidad. En este caso se trata de marketing aplicado a la política, o las ideas, así que no esperéis grandes dosis de ética ni tampoco mucho catecismo moralista. Se trata de presentar las cosas como son y eso no es siempre agradable.

Cuando le quieres vender algo al público, hay que tener en cuenta los distintos segmentos en que se divide la población. Se puede segmentar el público por edad, por sexo, por renta y hasta por grado de calvicie. Y también se le puede segmentar por grado de cultura, conocimiento del tema, o deseo de informarse sobre los problemas que puede acarrear algo aparentemente deseable.

Los grupos humanos, aunque no todos, suelen ser en su mayoría y a nivel estadístico homogéneos y gaussianos, o sea, que se ajustan más o menos a una distribución normal o campana de Gauss.

Como vamos a vender política, o ideas, nuestra campana, muy similar a otras que pueden trazarse, va a tener amplias gradaciones, pero intentaremos resumirlas.
En todo grupo de población hay aproximadamente un 5% de personas muy difíciles de convencer de algo. Esto puede ser porque se informan exhaustivamente, saben mucho del tema, o porque son simples fanáticos de la idea contraria y no están dispuestos a aceptar razonamiento alguno.  No es una crítica: todos lo somos en algún tema, y esto es aplicable también al resto de grupos.

En todo grupo hay también un segundo segmento, de aproximadamente el 10% que es tremendamente reacio a ser convencido. Es gente informada, que comprueba la información que recibe y/o tiene fuertes convicciones. Se les puede convencer, pero a un coste de tiempo y esfuerzo altísimo.

En cualquier grupo existe asimismo una tercera fracción, de aproximadamente el 15%, que lee, se informa, pregunta, pone pegas, discute, rebate, y puede ser convencida tras un moderado esfuerzo.

En cuarto lugar, con zonas mixtas en sus dos extremos, tenemos al grupo central, de un 40% de la población, que forma sus opiniones basándolas en las de la mayoría. Son gente que opina lo que opinen los demás, no levanta la voz, viste a la moda, compra el coche del que le han hablado mejor, ve la serie de la que todo el mundo habla, tiene el móvil que tienen sus amigos y considera, en general, que nadar contra corriente es una cosa un tanto indecorosa que genera mal rollo en las comidas de empresa y los cumpleaños familiares.

Por el lado contrario de la curva sucede un poco lo mismo: hay un 15% de personas que aceptan bastante bien la publicidad y se creen con cierta facilidad lo que se les diga, si va bien envuelto, un 10% que se  cree cualquier cosa con mayor facilidad aún y que lleva a gala seguir a los medios mayoritarios, y un 5% que se cree cualquier porquería que les cuenten, y que todos conocemos por Twitter y los grupos de Whatsapp, por ejemplo, porque son los que repiten esas “fake news” que nadie más se tragaría, ni siquiera el día de los Santos Inocentes.

La cuestión es que estamos en democracia y que cualquier estratega electoral sabe que no es necesario llegar al total de la población para gobernar un país. De hecho, según el sistema electoral, basta con alrededor del 40% de los votos emitidos para tener mayoría absoluta. Y a menudo con menos, aunque algunos sistemas presidencialistas lleguen al 51% de exigencia.

En esas condiciones, ¿vale la pena invertir tiempo y esfuerzo en las personas que se informan y contrastan los datos? ¡Para nada! Alguien que hiciese semejante cosa estaría despedido antes aún de empezar la campaña.

Lo racional y efectivo es dedicar toda la inversión y el esfuerzo a la gente que no lee, a la gente que no se informa y a la gente a la que le da pereza pensar, sobre todo si se trata de temas complejos y hasta contraintuitivos, como la escasez energética. Los que razonan y debaten no suman, nunca, más votos que los que lo hacen, y si el esfuerzo que cuesta convencerlos es triple o cuádruple de lo que costaría convencer a los otros, no tiene sentido debatir nada con ellos. En todo caso, se puede invertir una porción de los recursos en ridiculizarlos para que el grupo medio, el que prefiere no discutir, se aleje de su mala sombra y su olor a “frikis aislados” pero ni un céntimo más allá de eso.

Así las cosas, creo que el camino está claro: seguir debatiendo y seguir informando, pero sin falsas aspiraciones. El tema es complejo, farragoso, contraintuitivo y muy costoso en tiempo y esfuerzo.

Esta crisis, que no acabará nunca, no tiene sus raíces solamente en la energía: también en la imposibilidad material de verse en el espejo de un sistema que da prioridad política a quienes desean dejarse influenciar, sin reflexión, por cualquier grupo de poder. Hoy en día, todos sospechamos que ningún gobierno democrático del mundo sería capaz de sacar una ley que perjudicase seriamente a Google, por ejemplo.

Por eso, la variedad ideológica llega a donde llegan los intereses de los que disponen de los recursos para fomentarla o tolerarla, pero ni un palmo más allá. Otra cosa no tendría sentido.

Y no es una conspiración: es una simple cuestión de márketing. En democracia nadie necesita a los bien informados para gobernar. Son irrelevantes.
Javier Pérez

www.javier-perez.es


notas:

  1. Antonio Turiel, the Oil Crash.
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2 comentarios en «La opinión pública delante de la catástrofe climática y la violencia inmobiliaria.»

  1. Hola Bea,
    gracias por su comentario aunque no comparto su opinión sobre si hay un desastre climático o nos estamos enfriando o hay una conspiración de científicos.
    Hay datos científicos que avalan que la concentración de gases de efecto invernadero han llegado a máximos geológicos: 415 ppm de CO2… cosa que no se vio desde la era secundaria.
    Entonces sucedió durante millones de años… esta vez lo hemos conseguido en poco más de 100 años.
    saludos

  2. Saludos.
    “Sin planeta habitable no habrá derecho a la vivienda.”
    El planeta es habltable y de eso se encarga él mismo.. Y el derecho a la vivienda estará siempre ahí,aunque la ley ni lo nombre……..
    Solo hay gente pasandose de la raya ,faltando al respeto a lo natural y eso no tiene que ver con la farsa del desastre climático. Si tan preocupados están los defensores de ese montaje por puro interes (siempre por lo mismo), solo tienen que empezar en su circulo cercano a hacer algo no tan agresivo y enfermizo. (y eso no se aprecia)
    Ese cambio climatico bien puede ser natural,cíclico,como opinan otra inmensa mayoría de la poblacion (profesionales incluidos). En éste caso te invito a que te pases por El Fraude del cambio climatico y metereología, de facebook…..y leeras cositas interesantes acerca del calentamiento que curiosamente es enfriamiento y así,bailando al son de los intereses de los de siempre…..de ahí te vas a otras web, que no veas lo que dicen expertos en osos polares y demas animalillos respecto a la farsa que se habla de ellos que domina en los medios (curiosamente ligados al cambio climatico antropogenico,como no)..y mucho más.(con cifras y documentos)
    Aparte de éstos dos bandos claros en el sistema peleando por sus intereses,tenemos los “aprovechateguis” coyunturales,que bien podría ser los “geoingenieros”,que ni se sabe de qué bando son, y tambien otros, variados.

    Para no alargarme en un comentario…mi postura es en éstos momentos el de vivir mas serenamente y adaptarme. Soy luchadora,pero el ser vivo tiende a supervivir,no a matarse a puro golpe luchando contra muros sordos…y hay que “reparar tejidos”
    Decir a la gente en la medida que me dejen(son mu voraces la mayoría) ,que vivan un poquin mas modestos,más natural,que no se necesita tanto; que mas bien se necesita que se tranquilicen y dejen de desear tener de todo y en abundancia (me refiero a tener todo tipo de maquinaria para todo,porque abundancia teníamos cuando la tierra era tierra y no asfalto,ni reinaba el miedo a lo natural)….y muchas cosas más,pero que no “cabe”
    Saludos!

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