Sobre el dinero II : Dinero-capital: la encarnación del poder social

El dinero es el punto de partida y el punto de cierre de todo proceso de valorizaciónCarlos Marx

Siempre es el dinero-crédito el que pone en marcha el proceso de producción, que consiste en tener dinero para producir mercancías con cuya venta obtener más dinero: el dinero es el Principio y el Fin, el Alfa y el Omega, el Paraíso y el Apocalipsis de la producción capitalista” Joaquín Arriola


“Llegan el oro y la plata de América y todo cambia en Europa” E.J. Hamilton

“La deuda global alcanzó en el primer trimestre de 2018 la friolera de 247 billones de dólares, situando el ratio de apalancamiento con respecto al PIB mundial –omitiendo la banca en la sombra y el castillo de naipes de derivados y demás productos financieros “creativos”- en el 318%” – datos del Instituto Internacional de Finanzas


Sobre el dinero II : Dinero-capital: la encarnación del poder social

 

Entre estas dos noticias median cinco siglos y una completa metamorfosis en la naturaleza y las funciones del dinero y la deuda, desde los balbuceos de una economía monetaria harto limitada hasta llegar a impregnar el último resquicio del metabolismo social. La compleja interacción entre las colosales transformaciones de las relaciones de producción y distribución desencadenadas por el surgimiento del capitalismo y el desarrollo paralelo del hecho monetario, como soporte y potenciador de tales procesos, condiciona decisivamente la evolución económica de los últimos dos siglos.

La metáfora del marxista austriaco Rudolf Hilferding, autor del texto clásico ‘El capital financiero’, desvela la absoluta entronización del dinero, reinando sobre el caos del régimen privado de producción de mercancías: “en ausencia de cualquier organización social coordinadora, el dinero funciona como la ‘inteligencia colectiva’ de la sociedad, es decir, es el medio por el cual se efectúa la asignación y reasignación del trabajo social entre las diferentes ramas de la división del trabajo”. El proceso de producción del dinero y la deuda deviene pues el fulcro del mecanismo de dominación sobre el tejido social en la sociedad mercantil. El experto en historia monetaria Michel Aglietta, autor del magnífico texto, titulado gráficamente ‘La violencia de la moneda’, da las claves de la estrecha conexión entre el dinero, la deuda y la acumulación en el desarrollo del circuito monetario del capitalismo progresivamente financiarizado: “La acumulación de capital es un lado de la ecuación, pero el otro lado es necesariamente el desarrollo del endeudamiento. El intento de acumular dinero por mor de acumularlo como propósito de la actividad económica significa buscar el poder sobre otros, porque el dinero es la base del tejido social”. El economista marxista Fahd Boundi abunda en el contraste crucial entre la concepción marxiana del dinero y la poskeynesiana, hegemónica en las fuerzas de la izquierda reformista en la actualidad, en cuanto a la explicación de la función y la naturaleza del hecho monetario en el reino de la mercancía: “Para Marx, el dinero nace de las mismas contradicciones que encierra la mercancía en cuanto unidad inmediata de valor de uso y de valor de cambio; se trata de la encarnación del trabajo social abstracto. El dinero es, en definitiva, una creación social. Por el contrario, en las tradiciones keynesiana y poskeynesiana domina la concepción de George Friedrich Knapp (1905), quien concibió la génesis del dinero como un acto emanado de las propias leyes del hombre y del Estado, en cuanto garante de las mismas”. De este modo, el análisis del desarrollo histórico de esta progresiva imbricación entre la “fábrica monetaria” y las necesidades acuciantes de la valorización de capital conforma, a través de la descripción de la forma en que la producción de dinero se ha ido adaptando a las exigencias de una economía “real” cada vez más financiarizada, una iluminadora panorámica sobre el carácter degenerativo del capitalismo actual que no ofrecen, a pesar de sus valiosas aportaciones, otras escuelas alternativas. Saquemos pues al dinero de su “rueda de hámster” en el circuito financiero e integrémoslo en la argamasa de la matriz del proceso de reproducción del capital a lo largo del desarrollo del capitalismo. ¿De qué forma se han ido transformando los mecanismos de creación e inserción del dinero en el circuito de la acumulación en su pugna por responder a las necesidades de sostenimiento de la rentabilidad del sistema? ¿Cuál ha sido el papel del hecho monetario en la naturaleza cíclica, con auges y depresiones de creciente virulencia, y degenerativa, con niveles de deuda y desigualdades sociales sin precedentes, del capitalismo contemporáneo? ¿Qué tipo de conexión existe, en fin, entre la  extraordinaria financiarización de la economía actual y la crisis crónica arrastrada por el sistema desde el final de los treinta gloriosos a principios de los años 70?

Para atisbar respuestas a tales cuestiones –completamente ignoradas por el dogma económico mainstream y malinterpretadas por los reformistas monetarios poskeynesianos– resulta necesario seguir someramente el hilo de la tortuosa evolución del hecho monetario desde el periodo precapitalista hasta la eclosión de la ‘nueva relación social’ en la que el dinero deviene la ‘inteligencia colectiva’ de la sociedad productora de mercancías. ¿En qué consistió el núcleo de esa neurálgica transformación del modo de producción y de integración en el ‘tejido social’ del flujo monetario que acompañó al surgimiento del capitalismo? En relación a las épocas históricas anteriores–esclavismo, feudalismo, mercantilismo-, la irrupción del nuevo modo de producción conlleva una transformación esencial en la naturaleza y las funciones del flujo monetario en la dinámica económica. La descripción del economista marxista Michael Roberts, a propósito del magnífico texto de su colega Fred Moseley, titulado Dinero y Totalidad, de la esencia del proceso resulta clarificadora: “No empezamos con un cierto valor del tiempo de trabajo o una cierta cantidad de unidades físicas de trabajadores y la tecnología, y acabamos ahí. Empezamos con el dinero y terminamos con el dinero. En este punto es conveniente recordar que el dinero en manos del capitalista es la forma de existencia en que el capital inicia su proceso de valorización, y como tal, es poder social sobre la clase obrera”. ¡Qué contraste tan abismal con la música celestial de los manuales ortodoxos y su mitológica descripción del dinero como servicial lubricante de los intercambios, sin conexión alguna con los engranajes de la sala de máquinas del sistema! Resalta asimismo la aguda diferencia con el lenguaje aséptico y tecnocrático, despojado de adherencias socio-políticas, de los teóricos poskeynesianos de la teoría monetaria moderna, centrados en reformas de laboratorio del sistema financiero, que reparen los destrozos causados por las políticas neoliberales de la austeridad, al margen de la sala de máquinas de la acumulación de capital. El analista económico Claudio Katz abunda en el carácter del dinero como capital, como característica diferencial del signo monetario en el sistema de la mercancía: “El dinero es, por lo tanto, el único medio de que dispone la sociedad capitalista para validar el trabajo social y viabilizar la reproducción del capital”. Como se afirma, de forma rotunda, en las brillantes palabras de Aglietta, se trata de la herramienta par excellence, a través de la que se ejerce el poder social: “Si los salarios crean división social, determinando el poder de una clase social sobre otra, ese poder es el poder del dinero. Para ser más precisos, es el poder de aquellos que detentan la prerrogativa de crear dinero con el fin de transformarlo en un medio de financiación de la producción; es el poder sobre aquellos cuyo único acceso al dinero consiste en la venta de su capacidad de trabajo”. Clarividentes palabras que descorren todo el velo de oscuridad y tergiversaciones que sobre el ‘poderoso caballero’ han echado los paladines de la ortodoxia neoclásica.

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Alfredo APILÁNEZ , trampantojos y embelecos BLOG, 9 diciembre, 2018


 

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